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Calamidades

Monday 24 October, 2011


Sofía Montenegro
El Nuevo Diario, Nicaragua

Con el agua al cuello

El pasado lunes el presidente de Nicaragua decretó el Estado de Calamidad Nacional, debido a un temporal cuyos daños pueden ser similares a los ocasionados por el huracán Mitch. Calamidad significa azote, golpe, daño y en sentido figurado se usa para indicar desastre o desgracia. Aunque en Nicaragua lo que esta previsto es la declaración de Estado de Desastre, declararnos en estado de calamidad al parecer busca homologarnos con las declaratorias de Guatemala y El Salvador. Pero es importante tomar nota que el Arto. 24 de la ley sobre desastres naturales dice que la declaración del Estado de Desastre, puede ser motivo para que el presidente declare un Estado de Emergencia, por el cual se pueden suspender los derechos y garantías a los ciudadanos, requisar transporte o bienes, hacer detenciones, suspender transmisiones de información, etc. Aunque dice que todo ello de acuerdo con la Constitución y la Ley de Emergencia. Y no es que una esté de suspicaz o negando la existencia del temporal que nos azota, sino que reconociendo la poca estima que el presidente tiene por la Cn, no hay que descartar que el susodicho provoque otra calamidad para que su régimen no se ahogue: reprimir a los ciudadanos y posponer las elecciones.

Ni ruido ni bulla

Dado que la irreverente opinión pública en la calle ya ha dado su dictamen de que la verdadera calamidad nacional comenzó desde que Ortega regresó al poder y estima que su continuismo sería una “calamidad al cuadrado”, se entiende que el operador político de Ortega en el CSE, Roberto Rivas, salga diciendo que “no vamos a permitir que en este país vengan a meterle ruido o bulla a lo que es una fiesta cívica nicaragüense”, después de una reunión con el jefe del Ejército. Pero al contrario del usurpador magistrado, al Gral. Julio César Avilés más le vale que no se le olvide el Arto. 92 de la Constitución: las tropas no son para reprimir al pueblo. El único plan reconocible para “crear inestabilidad en el proceso electoral” según dijo Rivas Reyes, es el que ha desarrollado Daniel Ortega con su ilegal candidatura, los abusos y atropellos contra la ciudadanía, la negativa de cedulación y a la observación nacional y la pretensión de eliminar la candidatura de la Alianza PLI, así como los pactos y pactitos con el PLC y ALN para la perpetración del fraude electoral y el reparto de votos. Cualquier ruido, bullas y protestas es de la sola y única responsabilidad de Ortega y sus ilegítimos magistrados. Hace rato que ya estamos en estado de “calamidad electoral”.

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