La madre de nuestras batallas
Monday 28 February, 2011
Juan Luis Font
El Periódico, Guatemala
El país cambia todo el tiempo, aunque uno apenas lo perciba. En el mundo rural, la principal fuente de conflicto ha variado de la demanda por la tierra a la exigencia de condicionar la explotación de los recursos naturales (ríos, bosques, yacimientos mineros, reservas de petróleo) a la voluntad de las comunidades.
Organizaciones políticas del movimiento ecologista, campesino e indígena ejercen fuerte influencia en este sentido. Aun existen focos importantes de ocupaciones de tierras privadas, pero los conflictos más irritantes del campo giran en torno a la oposición a las hidroeléctricas y a la minería.
Subsiste cierto rechazo a la concentración de tierras para el monocultivo y a la conversión de tierras cultivables en pastizales para ganado, sobre todo porque esa tendencia afecta la capacidad de producción de granos básicos –encareciendo los precios– y al demandar menos mano de obra, desplaza población campesina hacia las ciudades intermedias.
Pero el Estado se muestra desinteresado en ejercer la menor influencia respecto al uso que más conviene dar a la tierra cultivable y se limita a ser un mero espectador de un fenómeno que le acarrea consecuencias.